Si dijese que no me tiro la mitad del día en el tren, estaría mintiendo, y a pesar de que todo el mundo va estresado porque tiene que llegar al trabajo, a la reunión, a clase... si prestas atención, te darás cuenta de pequeños gestos, de situaciones extrañas, y muchas veces no puedes evitar reir o torcer los labios en una media sonrisa.
Pues bien, hoy resulta que esa "situación" la he creado yo. Según he entrado en la estación de tren, acababa de parar uno, y sin pensarlo he corrido para ver si lo cogía, olvidando comprobar si pasaba por Atocha (mi proximo destino). Total, que me he encontrado frente a la puerta abierta del tren sin saber si pasar o no y, en un acto de desesperación no he dudado en preguntar a otra chica, que ya estaba dentro, si ese tren iba a Atocha. Las puertas han empezado a pitar y ella seguía pensativa, y con mirada de "quiero ayudar pero no estoy segura así tan de primeras". Y finalmente ha gritado un "¡creo que sí pero no estoy segura!". Y ahí estaba yo, sin saber que hacer, asique con la presión del pitido, la cara de la pobre chica que no sabía muy bien que hacer y mi indecisión, he pensado que el haber corrido para cogerlo tenía que haber servido para algo.
Segundos después, ya dentro del tren, nos hemos mirado las dos y no hemos podido evitar reirnos de la situación.
Bueno, ¿lo comprobamos, no? Y así nos hemos dirigido hacia el plano del tren para salir de dudas, ¿la respuesta? Nuestra sonrisa lo decia todo.
"La primera impresión es la que cuenta". Jejeje como siempre recurriendo a los dichos.
ResponderEliminar